UN SANTO EN EL INFIERNO
Era el día más caluroso que había sentido desde su existencia, como si viviese en pleno sol, sudaba como si estuviese en un baño sauna y tenía un gran dolor de cabeza que parecía le iba a explotar; es decir, era un día muy “infernal” para él. Ya no resistía más y pensó que a lo mejor ya estaba demasiado viejo para efectuar su labor o quizás se encontraba con un fuerte estrés y que lo mejor sería que se tomer unas breves vacaciones; para lo cual tenía que buscar su reemplazo. Idea que su mente desechaba por cuanto para que alguien efectúe su labor, tendría que ser un tipo de carácter muy fuerte, sin temor a nada, sin sentimiento alguno, malo, desgraciado y perverso. Y se dijo a sí mismo: No creo que Dios haya creado a otro ser como yo, ¡soy único!.
-¿¡Quien carajo ha ordenado que echen más leña de lo acostumbrado a la máquina generadora de fuego!? -Preguntó enérgicamente a su personal de obreros; quienes al escuchar la voz del patrón, cesaron de trabajar.
-Yo, no he sido amo - respondió uno de ellos con voz dubitativa y entrecortada.
- Yo tampoco lucifer- dijo el segundo.
- Yo menos “don sata”- refirió el tercero.
- ¡Este infierno está que arde!, bajen un poco la temperatura, ¡Ah! Y otra cosa pónganse de acuerdo cada vez que se dirijan a mí, ya les he dicho que sólo quiero que me llamen “diablo” – les dijo severamente-.
- ¡Sí señor “diablo”!, -se escuchó al unísono-; excepto uno de los peones que lo llamó nuevamente “don sata”; motivando la reacción de éste, quien con una señal de ojos, ordenó que lo echaran a las ardientes llamas.
Se retiró un tanto malhumorado, dando fuertes golpes en el piso con su trinche desgastado y oxidado; enfureciéndose aún más cuando al tratarse de secarse el sudor con su pañuelo, este se enganchó en uno de sus filudos cuernos; rompiendo la tela en dos.
-Vaya, vaya sí que este es un maldito día infernal, ¡ya no soporto más! –agregó-.
- Como quisiera estar en Miami, en Hawai, en Macchu Picchu o quizás en Barcelona, refrescándome en sus frías aguas del mar y saborear un riquísimo helado de fresa. –refirió el “diablo”- pero nadie va a cumplir mi papel como yo, será mejor que me de un baño bien frío de azufre liquido y olvide esos planes de turismo, así como lo de mi reemplazo.
Ya en el interior de la bañera, más relajado se preguntó, ¿Y por qué no?, si yo soy el jefe de esta “empresa”, quien me va a decir que no lo haga, además sólo quiero descansar una semana que pasa volando; mañana mismo buscaré a alguien que tenga mis cualidades para esta labor, alguien que se asemeje a mí. Terminado su baño se dirigió a un ambiente no menos caluroso que el otro, cuando se dirigió a su mejor discípulo, a su brazo derecho, diciéndole:
-Belcebú, vas a mi recamara luego, quiero encargarte un trabajo muy especial.
- Sí señor en cinco minutos estoy ahí. –afirmo el discípulo.
Al rato éste tocó la puerta de la recamara, cuya numeración era seiscientos sesenta y seis.
- Pasa Belcebú, te tengo una misión; quiero que subas un momento a la tierra y busques a la persona más atea, perversa y mala que exista y lo traes inmediatamente. –ordenó el “diablo”.
- Sí señor inmediatamente, en este mismo instante, sus palabras son órdenes para mí-; pero antes de salir le dijo: Jefe, veo su rostro desencajado, lo noto más rojo de lo acostumbrado, o acaso le ha subido la presión, ¿por qué no va al doctor “mandinga” para que lo ausculte? – dijo Belcebú aparentando preocupación.
- No, no es nada tengo un simple bochorno- no revelándole el plan que tenía por cuanto para él, Belcebú le resultaba peligroso, ya que era muy ambicioso y lo podía derrocar al notarlo enfermo.
Lejos de obedecer la orden del “diablo”, por su desidia y flojera que tenía para subir a la tierra, Belcebú se encerró en un cuarto donde había una inmensa máquina de última tecnología, era como una computadora u ordenador de datos, con su respectiva pantalla y teclado, ingresó a Internet y navegó por los archivos policiales buscando a la persona más malévola que existía en el mundo; ésta había matado a ciento cincuenta personas incluyendo a su padre, había violado a sus dos hijas y hasta su suegra; robo quince bancos; entre otros delitos y respondía al nombre de Antonio García Gonzáles. Buscó su dirección en las páginas de la guía telefónica, pero para su mala suerte existían dos páginas enteras de personas que eran homónimas; es decir todos respondían al mismo nombre; encontrándose en ese momento en un gran aprieto y pensó que sería mejor matar a todos; pero se iba a demorar mucho tiempo y su jefe el “diablo” en cualquier momento lo llamaría por el resultado; además pensó que él era malo pero no tanto, pobres familias; se dijo así mismo; optando por traer al primero de la relación, convencido plenamente de que él era y que no podía equivocarse.
-¿Pero como lo traigo?- se preguntó; apretó un botón y salió en la pantalla
“clases de muerte”: infarto, cáncer, ahogado, apuñalado, sida; entre otros. Pero Belcebú dijo no, éste no va a morir de infarto, es muy suave esa muerte para tan maldita persona, -Que muera triturado por un camión, colocó su código personal y apretó el botón “Enter”. Al instante perifonearon por los parlantes: “SEÑOR BELCEBÚ, SEÑOR BELCEBÚ, SU PEDIDO HA LLEGADO APERSONARSE AL ALMACÉN ; escuchándose por todo el infierno. Cuando nuevamente perifonearon “SEÑOR BELCEBÚ, SEÑOR BELCEBÚ, APERSONARSE A LA OFICINA DEL JEFE”. Y éste se fue a regañadientes, murmurando y maldiciendo: “maldito diablo del demonio, como no te vas al cielo por desgraciado y malo; ni bien abre la "bocota" quiere que se hagan las cosas; menos mal que ya voy a cumplir tres mil años de trabajo y ya podré solicitar mi jubilación, si es que no le quito su puesto a ese maldito “diablo”.
Recogió su pedido y se apersonó a la oficina del jefe.
-Mi señor aquí esta el indicado, yo mismo lo he ido a buscar, tenga cuidado es un poco violento. –Dijo Belcebú un poco tranquilo ya que el “diablo” no había escuchado lo perifoneado y al parecer no se había dado cuenta de que éste nunca salió del averno.
-Puedes retirarte Belcebú. –le dijo el jefe.
¡Sí patrón!; pero quiero decirle que esta semana voy a salir de comisión al medio oriente y luego a China y quería solicitarle que me aumente los viáticos, ya que están muy bajos y no alcanza para nada el dinero. – refirió Belcebú.
-Bueno y que misión vas a cumplir en esas ciudades? preguntó el "diablo", -voy a echarle una manito a los talibanes, que van a dar un duro golpe que dará que hablar y en China un fuerte terremoto ya que está superpoblado; después de estas acciones usted me va a felicitar y se publicará en la primera plana del diario “La Serpiente Maldita”. Dijo muy emocionado Belcebú.
-Bueno, bueno, en estos instantes hablaré con la sección de economía para que te aumenten los viáticos, pero al final me haces tu informe de gastos y sin inflarlos, tú sabes como son los auditores, ¡Ah! y demórate más tiempo si quieres. – respondió el “diablo” muy amablemente, otorgándole permiso unos días de más, para que Belcebú no se percatase de su ausencia.
¿Así que eres el más maldito de la tierra?, preguntó el “diablo”
-No, no señor, no soy tanto, pero tampoco soy un santo -respondió Antonio muy asustado, no comprendiendo el motivo por el cual se encontraba en ese lugar tan extraño para él (el infierno)- Y no se que hago aquí, ha habido un grave error; me hubiesen otorgado una oportunidad en el purgatorio. –respondió, -aún no entendiendo nada-. refirió
¿Cómo te llamas? Preguntó el malvado “diablo” mientras se agarraba la cabeza que empezaba a sudar a chorros.
-Me, me lla-llamo Antonio García Gonzáles. –dijo titubeando.
-Sí, sí, ¡que idiota soy!, aquí en tu hoja de datos lo dice,.. natural del Perú, homicidios múltiples, secuestros, violaciones; entre otros; vaya que en verdad serás un buen reemplazo. – dijo el diablo convencido del buen trabajo que había realizado Belcebú.
-Yo no he cometido nada de eso señor, lo que está escrito en esa hoja es mentira. –respondió Antonio.
¡Basta! ¡basta!, hombre no seas tan humilde y deja de decirme señor, ¡Vamos!, puedes tutearme, llámame “diablo” o colega, ya que ocuparás mi puesto en mi ausencia y llevarás ese título por una semana. Refirió el diablo tomándolo por el hombro para darle mayor confianza.
-Pero “diablo” ha habido un grave error. -Seguía insistiendo el elegido-.
-Vamos, ya deja tu humildad, se que eres la peor lacra de la humanidad, eres escoria entre las escorias; pero primero te daré unas cuantas clases para ver tu desenvolvimiento, no me defraudes- Y se dirigieron a la sala de cómputo, en donde había pantallas inmensas en las que se apreciaba todo el mundo- Bueno, vamos a medir tu maldad, ¿Dónde vives? –preguntó el enfermo.
-En Lima-Perú colega, -ya iba tomando más confianza Antonio o al menos simulaba para que el “jefe” no se percatase de su tremendo temor que sentía al saber que iba a reemplazarlo, o sea al mismo “diablo”.
-Antonio, siéntate en la computadora, ¿Cómo se llama tu suegra?
-María Rodríguez Pérez. –respondió Antonio.
-Mándale un infarto fulminante en estos momentos, escríbelo, pero coloca sus datos completos, con dirección y número de DNI, porque si no matarías a todas las personas que llevan ese nombre y vas a llenar el purgatorio; luego de arriba me van a remitir un oficio amenazante y en el estado en el que me encuentro ahora no quiero problema algunos. –ordenó el “diablo”.
¡No!, no, quiero ni pensarlo señor, ella ha sido muy buena conmigo. –contestó el reemplazo.
-Como no te va a odiar esa bruja, después de que las has violado o crees que le ha gustado refirió el “diablo”; muy asustado y aún sin entender, Antonio apretó la tecla “enter”. ¡Ese es mi muchacho!, ves que fácil es, sí que eres perverso y sanguinario. Ahora, una más cruel, quiero ver si en realidad no hay equivocación para designarte como mi reemplazo; bueno dejemos las palabras a un lado y veremos si eres el elegido; dijo el “diablo” ordenándole con voz enérgica: quítale una pierna a tu hijo.
¡¿Qué?! Usted está loco señor, como voy a hacer eso con mi hijito; contestó Antonio muy asombrado y exaltado.
¡Te lo ordeno!, o yo mismo mato a toda tu familia; además le vas a dejar una pierna buena, que nos es tan malo como perder las dos. –contestó el “diablo”.
-Bueno pero al menos le dejaré una pierna buena, -respondió Antonio, escribiendo en la pantalla “sólo una pierna buena”-.
¡Claro Antonio! ¡claro!, así me gusta que no seas sentimental; ¡adelante!
Y Antonio apretó la tecla “enter”, sintiéndose en el fondo muy alegre y satisfecho por su accionar, ya que su hijo Juan era inválido de nacimiento producto de una enfermedad congénita y ahora con una pierna buena si podría caminar ayudado por unas muletas y en cuanto a su suegra ésta ya había fallecido cinco años antes, producto de un paro cardíaco.
- ¡Buena! Antonio, mi querido bastardo, ahora la última con esta ya me quedo completamente convencido; envíale a tu madre un cáncer al ……; no terminó de dar la orden y el “diablo” fue interrumpido por Antonio.
- Pero mi querido colega, hablo Antonio con mucha entereza y convicción- no te basta con lo de mi suegra y lo de mi hijo, además la vieja cualquier rato se va; pasándole por la mente que su querida mamá se encontraba más fuerte que un roble- ¡!Vamos! “diablito”, anda goza de tus vacaciones, que aquí me quedo yo. –le dijo Antonio-
- Está bien, pero el domingo próximo aprietas este botón verde a las seis de la tarde y yo estaré inmediatamente de regreso, pero hazlo, estoy depositando toda mi confianza en ti, estoy convencido que me traerás de vuelta a casa; bueno que todo sea por mi relajo y salud; ¡Ah! y no olvides de actuar con mucha energía ante los peones para que no se den cuenta de que no soy yo el que esta en este disfraz de “hermoso diablo” que tanto años he llevado puesto; además diariamente debes matar a cien personas y envía una catástrofe de gran magnitud esta semana en el lugar que elijas, en cualquier país, puede ser un terremoto, maremoto, es tu decisión, lo dejo a tu criterio. ¡Ah! Te ordeno que a Belcebú ya no lo regreses luego de que viaje a la tierra a cumplir con su misión; que es un peligro latente para mí . ¡Adiós! Y el señor “diablo” se fue a relajarse a la pacífica tierra.
Antonio se quedó como jefe supremo del infierno, se colocó el disfraz de diablo y empezó a recorrer todas las instalaciones del local; llegando al ambiente desde donde se perifonea, dejó abierta todas las salidas de los parlantes, levantó el volumen y se dirigió a todos los operarios: “Queridos súbditos, presten su atención por favor; he revisado las estadísticas del presente siglo y la verdad que ha habido una excelente producción, en cuanto a muertes, desgracias, maldades y otros. Lo que ha hecho que me sienta como un gran “diablo” y muy orgullos de ustedes; por lo tanto les daré una semana de descanso pagado. Gracias muchachos”; escuchándose fuertes aplausos y a la vez se se preguntaban los peones, que es lo que pasaba con el diablo, el nunca nos ha tratado con tanta amabilidad; no lo podían creer. Y Cada vez que se encontraba con los obreros el diablo les extendía la mano para saludarlos y a otros les palmoteaba el hombro.
El infierno ya no quemaba tanto, había adquirido una temperatura normal, todo era un relajo total; unos iban a las tabernas a beber, otros a sus hogares a descansar y otros se iban a los almacenes a cambiar sus herramientas de trabajo, que hacía siglos no los reemplazaban; es decir, se respiraba un aire de paz.
Antonio siguió su recorrido e ingresó al ambiente donde se encontraban las máquinas de visualizaciones del mundo. La encendió y visualizó su vecindad y de repente vio a su hijo desplazándose por sus propios medios, el ya no utilizaba más la silla de ruedas; que satisfacción sentía. Siguió observando la pantalla y apareció su esposa, quien retornaba de hacer compras del mercado y ésta era observada por dos grandes amigos de Antonio, quienes murmuraban de ella; le puso todo el volumen a la máquina y escuchó decir a uno de sus “amigos”: Mira Ricardo está buena la viuda. Sí José está enterita, mira que glúteos; parece que no le ha afectado nada la muerte de su marido. Antonio se ofuscó muy rápidamente; escribiendo los nombres de sus amigos, al igual que la palabra “sífilis”. Estuvo a punto de apretar el botón “enter”; cuando de pronto se calmó y empezó a reír; cambiando la palabra “sífilis” por la de “infección estomacal” y ahora si apretó el botón.
El “diablo” tomó posesión de un cuerpo que recién había fallecido y le dio vida. Muy contento se hospedó en un hotel cinco estrellas en Miami Beach; uno de los más lujosos del medio. Ya instalado decide darse un chapuzón en la piscina y luego se echó en una relajante silla de playa y se dirigió al mozo con voz placentera –querido colaborador de este prestigioso restaurante, tenga Ud. la amabilidad de servirme un pisco sour bien helado, con el mejor pisco peruano y además me traes un suculento ceviche de lenguado, bien picante; recordando en ese instante que toda su vida había estado en ese lugar llamado “infierno”, donde todo era fuego, todo ardía y pensó que degustando este plato le iba arder su boca y su estomago y no quería recordar nada de ese lugar; motivo por el cual desistió de ese manjar; entregándole su tarjeta de crédito para el pago respectivo, desconociendo el vil “diablo”, que esta se encontraba congelada por la entidad bancaria a solicitud de la policía; movimiento que fue rastreado por éstos, quienes dieron con el lugar donde se iba a efectuar la transacción bancaria; de pronto se percata que una señora de avanzada edad se estaba ahogando y él por instinto propio se da un clavado muy rápidamente saca a la anciana, salvándole la vida; recibiendo el halago y aplausos de los bañistas por su valerosa acción. Y luego pensó que algo andaba mal y se dijo a si mismo: si yo soy el diablo, rey de las tinieblas, creador del mal; que he hecho, como me arrepiento, por que he actuado de esa manera; yo haciendo obras de caridad, la hubiese dejado que se ahogue esa maldita vieja. Luego se apersonó el mozo trayéndole su helado trago y le comentó que en la recepción lo estaban buscando cuatro policías. Lejos de averiguar el motivo de la búsqueda policial, el “diablo” tomó su bolso de mano donde llevaba su máquina fotográfica, su filmadora y otras pertenencias de valor y se introdujo a la playa perdiéndose entre la multitud de veraneantes; despistando de esta manera a los agentes del orden.
La tranquilidad y felicidad que sintió, en un instante desapareció y empezó a caminar por las concurridas calles del centro de Miami y en la intersección de dos avenidas, donde existía un tráfico infernal, había una pareja de ciegos que no podían cruzar a la otra acera; al percatarse el “diablo” de esta triste escena, tomó a los dos invidentes por los brazos y los ayudó a cruzar. El “diablo” se volvió a maldecir a si mismo por su accionar; percatándose que su reemplazo, o sea Antonio, lo hacía actuar de esa manera y señalando hacia abajo dijo: “Ya verás maldito desgraciado te crees muy listo, espera a que llegue, te voy a quemar en las ardientes llamas- empezó a amenazar el “diablo” a Antonio. Y éste con una sonrisa entrecortada de satisfacción, manejaba desde su computadora para que el “diablo” efectúe acciones de caridad. Posteriormente cuando se encontraba descansando en una banca de una plazuela, se le acercaron tres delincuentes quienes lo tomaron por el cuello y le robaron sus pertenencias y el dinero que traía en efectivo; instantes en que se escucharon el sonido de las sirenas de carros policiales que perseguían al diablo y no precisamente por ser el “Dios del mal”, si no que éste había poseído una identidad que para su mala suerte pertenecía a un gran gangster, quien estaba requisitoriado a nivel internacional; cuerpo que recién había dejado de existir, producto de de un asesinato efectuado por sus compinches antes de repartirse un botín; lo cual tenía conocimiento la policía. Ya estaban a punto de alcanzarlo y se introduce a un pasaje que salía para otra avenida; los policías empezaron a dispararle y de pronto intempestivamente se cae un edificio deshabitado, que interrumpió el paso de los vehículos y del personal policial; nuevamente empezó a hablar dirigiéndose a su relevo, con voz agitada y balbuceando: “Gracias Antonio, ya regrésame de una buena vez, que esto no va conmigo, -pasaron cinco minutos y seguía en el mismo lugar- alzando la voz de manera imperiosa gritó: ¡maldito desgraciado! ¡Te exijo que me regreses, carajo!, ¡ya vas a ver cuando te tenga en mis manos!; Recibiendo como respuesta un fuerte golpe, producto de una madera que le cayó en la cabeza, perdiendo éste el conocimiento y Antonio lo reencarnó en otro cuerpo que había fallecido y que pertenecía al otro lado del mundo; pero antes puso en su computadora la palabra “amnesia”. Antonio se llenó de alegría y regocijo al ver la tranquilidad que reinaba en el infierno y aún más ver al mismo “diablo” haber efectuando buenas acciones.
- ¿Que hago aquí? –preguntó el diablo que se encontraba postrado en una cama, a una persona que lo estaba alimentando.
-Soy el padre Cristóbal, estás en el convento de San Francisco, te encontré tirado en la calle y te traje al monasterio para que te recuperes; de eso hace casi siete días. – Dijo el religioso- ¿Cómo te llamas? Y ¿de dónde vienes hijo mío? –preguntó el padre.
- No me acuerdo de nada padrecito. –respondió el “diablo”.
- Cuando sanes puedes marcharte, de lo contrario te puedes quedar aquí para que me ayudes a tocar las campanas y recoger las limosnas; te daré ropa casa y comida hasta que recuperes la memoria. -Le dijo el padre-.
- Me quedaré aquí para siempre padrecito, no tengo a donde ir. –respondió alegremente el “diablo”.
El diablo se quedó viviendo por muchos años en el convento, siendo ayudante de todos los padres que por ahí pasaban; hoy padece de cáncer pulmonar terminal.
Belcebú nunca más regresó al infierno, a quien también Antonio a través de la máquina le envió la palabra “demencia” y actualmente se encuentra en un centro de rehabilitación para enfermos mentales en la ciudad de Huancayo; ubicado en la parte central del Perú.
Sólo Dios y Antonio García Gonzáles (quizás sea uno solo), saben el pasado del “diablo” y Belcebú. Y si finalmente éstos se van al cielo o al infierno, eso no lo decidimos nosotros. Pero mejor, saque usted su conclusión.
AUTOR
FREDDY VIDAL RODRIGUEZ
2006